Dijo la señorita enmudecida

No hay nada a lo que agarrarse

– Dijo la señorita

Mientras se tambaleaba en su caminar hacia ninguna parte

No hay nada de lo que agarrarse -pero ella lo busca

Podría ser esto o aquello;

Sin embargo nada dura demasiado

Siempre vuelve la sensación de estar flotando

por el espacio

Sin un paradero seguro

Sin unos pies que dirijan el paso

Sin un núcleo

Sin un núcleo

El Ser hecho añicos

La bola de consistencia que mantiene la forma

Abandonando la carne

Dejándola sin paradero

Sin fuerza vital

Sin la vida que se expande o se contrae

Y se entretiene en el teatro

No hay teatro

No hay telón

No hay espectadores

No hay director

No hay nada

a lo que agarrarse

Solo un silencio ruidoso

Una maquinaria hecha pedazos

Un observar desde la distancia

Un recordar lo inalcanzable

Un soñar lo irrealizable

Un esperar eterno a que los minutos pasen

y el aliento se renueve

Hay que vivir

– Dijo la señorita

Solo sabe

Que hay que vivir

3 Comentarios

  1. Y la señorita siguió viva, porque eso es lo que decidió que haría a pesar de los pesares. Y aprendió a caminar sin agarrarse a nada; por el simple placer de saberse capaz de levantarse tras cada caída y de respirar, incluso sumergida en la desolación de sus vacíos solitarios. Y no esperó a que otros construyesen un teatro de su gusto, ni a que llegasen los actores y empezase la función; se entretuvo leyendo Viaje a Itaca de Kavafis y dejó de esperar: dejó de escuchar el ruido del silencio, dejó de recordar lo inalcanzable y de soñar lo irrealizable. Porque, a fuerza de observar en la distancia, comprendió que sólo ella podía ser la protagonista de su propio guión y se propuso escribir una hermosa obra con la que obsequiarse.

    Con amor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *