Domingos de soledad y vacío, Enrique González Camacho

Triste como una copa vacía.

Inútil sinsentido mi existencia.

En la carencia del amor vibro.

En la ausencia de propósito mi conciencia

Quiero descansar en un regazo,

un lugar que creo inexistente.

Quiero una caricia en el alba,

quiero una sonrisa que sea mía,

paz y amor sin pausa.

Quiero sentir dicha sin deseo,

paz sin satisfacer su prisa.

Quiero tenerme en un recreo,

y respirar la brisa y nada más.

No hallo lugar en mi interior,

que no esté con la espada alta.

No hallo sitio en mi exterior,

donde no se libre una batalla.

Quiero cesar mi guerra interna,

despertar del sueño eterno del deseo.

Quiero parar mi pensamiento.

Quiero sentir que estoy adentro.

Y sin volarme la cabeza en el intento,

quiero saber la raíz de mi existir,

conocer el pulso de mi aliento.

Te fuiste un día y me dejaste,

te cambié por ella y ya lo sabes,

ahora no sé dónde encontrarte,

me quedé solo y volví a hallarte.

Creyendo que todo lo podía comprar,

me dediqué a venderme y nadie lo hizo.

Me volví cosa, artículo inerte,

inanimado juguete sin ilusión.

Creyendo que todo lo podía vender,

me regalé a aquel que no me compraba,

y empecé a entender que comprar y vender,

nada tiene de presente y alma.

Y esperando silente a reconocerme,

agradecí lo que es gratis y su dicha merece.

Enrique González Camacho

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *